domingo, 3 de octubre de 2010

Lo invito al litoral norte: "??"

































No había podido ir a la playa, por varias razones, la principal, no tenía con quien, por que mis amigos brasileros trabajan, yo no, entonces nunca tienen el tiempo libre que yo si tengo.

El 28 de septiembre llegaba Mauricio, un buen amigo de Bogotá, con una parada en Buenos Aires por 6 días antes de llegar aqui. El anhelado día llegó y coincidió con el ofrecimiento que Fabio Camro, compañero de la Miami Ad School, me hizo para usar su casa de playa cualquier semana que yo escogiera, así que a la llegada de Mauricio con su novia Lina, ya les tenía plan arreglado, solo fue cuestión de acostarnos temprano, madrugrar mucho el día miércoles 29 de septiembre, llegar en metro hasta el terminal de buses Tietê en Sao Paulo y tomar un bus intermunicipal hasta lo que ignorábamos, iba a ser el paraíso “accidentado”.


Nos quedamos en la carretera, en la entrada de una muy pequeña población llamada Juquehy, las personas, como en todo Brasil, muy sonrrientes, se mostraron dispuestas a ayudarnos, alguien nos recomendó tomar un carro particular que hacía transportes, que por R$15 nos llevaría hasta la penúltima calle del pueblo, Rua Iracema, subió los 500 metros que mi amigo Fabio me había anticipado y llegamos al Chalé Belvedere, un pequeño conjunto de casas de madera, montadas en la sierra, demasiado exóticas y maravillosamente hermosas, desde la terraza se veía el mar de Juquehy, que dejaba ver entre su neblina un espectacular archipiélago que lo rodeaba.


Pasamos solo 3 días en Juauqhy y nunca voy a olvidar las caminadas por la playa de 5 kilómetros de longitud, de la cachaça Seleta y menos de la Boazinha, de las 2 picanhas de macho que asamos, de la hospitalidad de Tiago, un mal surfer, pero excelente anfitrión, de la sonrrisa tímida de Ricardo, nuestro conductor y obviamente de la gran compañía de Mauricio y Lina.

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